Barack Obama ha puesto fecha a la presencia del Ejército de Estados Unidos en Afganistán: julio de 2011. Será entonces cuando las tropas norteamericanas comiencen a abandonar este país. El incremento anunciado, ha dicho el presidente, "creará las condiciones para que Estados Unidos pueda transferir la responsabilidad a los afganos". "Es un honor para mí hacer este anuncio aquí, [en West Point], donde tantos hombres y mujeres se han preparado para mantener nuestra seguridad y representan lo mejor de nuestro país".
Ante una audiencia en su gran mayoría de cadetes de la academia militar de West Point -que en tres momentos han interrumpido el discurso con aplausos, cuando Obama ha hablado de libertad o mencionado la necesidad de mantenerse unidos-, el presidente de Estados Unidos ha comunicado a unos ciudadanos escépticos tras ocho años de guerra contra los talibanes en un lejanísimo país que su administración enviará a partir de esta navidad y hasta el próximo verano otros 30.000 soldados que se sumarán a los cerca de 70.000 ya desplegados en la zona.
El aumento de efectivos, que situará el total en cerca de 100.000 (consulte el gráfico), tiene como objetivo final erradicar a los talibanes y desarticular las bases de Al Qaeda en Afganistán y evitar que la red de Osama Bin Laden convierta el país en un santuario de terroristas. "Los 30.000 militares adicionales que anuncio esta noche comenzarán a desplegarse a comienzos de 2010 -al mayor ritmo posible- para que puedan combatir a la insurgencia y asegurar puntos de población claves", declaró el presidente en su discurso televisado en horario de máxima audiencia. El incremento de tropas también está diseñado, como explicó Obama, para entrenar a las fuerzas de seguridad afganas para que puedan hacerse cargo de su propia defensa y Estados Unidos pueda transferir esa responsabilidad a los afganos.
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