En política, la percepción cuenta. Es posible que las personas, las situaciones, las ventajas y las desventajas no cambien, pero sí que se modifique la forma en que son percibidas.
Esto ocurre con Barack Obama desde la noche del domingo. A las 22.46, el exacto momento en que se contabilizaron los 219 votos que -por los pelos- aprobaron el paquete legislativo, el presidente de Estados Unidos dejó de ser visto como una figura luchando desde la debilidad. Y pasó a ser visto como exactamente lo contrario: esto es, un líder fortalecido en su posición de seguridad y de mando.
El fenómeno es notable en lo doméstico. Pero se traslada también hacia la política exterior, donde cada uno de los muchos frentes que permanecen abiertos -China, Irán, Medio Oriente, Corea del Norte- integra la agenda de una Casa Blanca a la que, ahora, se ve en posición de poder, liberada ya de la desgastante sombra de meses de negociación que demandó el parto de la reforma sanitaria.
Esto es algo que los interlocutores extranjeros de Barack Obama captaron al vuelo. "Cada vez que, en las últimas semanas, algún líder árabe o israelí me preguntaba cómo iba el tema del seguro de salud, en realidad estaba sondeando qué tan fuerte o debilitado estaba Obama", fue la gráfica expresión del ex legislador republicano Robert Wexler, hoy muy activo en la diplomacia de Medio Oriente.
Su irónica revelación, hecha al diario Politico , de esta ciudad, es buen termómetro de hasta qué punto la atención de esa feroz batalla doméstica afectó la imagen de la Casa Blanca.
Para el debate queda si la batalla doméstica afectó la imagen de la Casa Blanca o si eso se hizo extensivo a su capacidad de atención.
Ocurre que, en las últimas semanas, algunos creyeron ver un gobierno tan concentrado en la decisiva batalla doméstica que costaba imaginarlo con capacidad para, al mismo tiempo, sostener la mirada en lejanas tensiones internacionales.
Entre quienes afirman que la atención no bajó nunca figura Walter Russell Mead, experto en asuntos de Medio Oriente del Consejo para las Relaciones Exteriores.
"La verdad es que, en lo que concierne a Medio Oriente, el presidente Obama está bien sentado en el asiento del conductor. Y no sólo desde la aprobación del seguro de salud", matizó.
La tensión con Israel
A la hora de argumentar, Russell recuerda, por caso, lo ocurrido diez días atrás, cuando la visita del vicepresidente Joe Biden a Israel al mismo tiempo en que el gobierno de Benjamin Netanyahu anunciaba la construcción de 1600 viviendas como nuevos asentamientos en Cisjordania generó el mayor desencuentro entre Estados Unidos y su tradicional aliado en la región.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario