miércoles, abril 21, 2010

Brasilia, una capital utópica construida en pleno desierto

Brasilia es la historia de una vieja aspiración. Pese a que su fundación no se hizo realidad hasta el 21 de abril de 1960, el sueño de levantar una nueva ciudad en el interior del gigante sudamericano ya se paseaba por la mente del 'patriarca' de la independencia, José Bonifacio de Andrada e Silva, en el primer cuarto del siglo XIX.

Décadas más tarde, la Constitución de 1891 retomó la idea al plantear la búsqueda de "una zona de 14.400 kilómetros cuadrados en el Planalto Central" donde erigir la futura capital federal.

Pero tuvo que transcurrir más de medio siglo para que emergiera un líder resuelto a dar el paso definitivo. Fue Juscelino Kubitschek quien, nada más aterrizar en la Presidencia (1956-61), puso en marcha los planes para trasladar el centro del poder desde Río de Janeiro hasta un rincón por entonces deshabitado en el estado de Goiás.

Durante más de 1.000 días, unos 60.000 trabajadores tomaron la región y, guiados por las directrices de los arquitectos Lúcio Costa y Óscar Niemeyer, dieron forma a una ciudad atípica que hasta hoy sigue evocando desde el cielo la forma de un avión.

Construcciones emblemáticas

Los pioneros o 'candangos' -así eran conocidos los obreros llegados entonces hasta Brasilia- levantaron edificios monumentales que representan la cumbre del modernismo nacional, entre ellos los Palacios de la Alvorada y de Planalto, la Catedral Metropolitana y la nueva sede del Congreso, con dos torres gemelas acompañadas por una semiesfera para el Senado y otra para la Cámara de Diputados.

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