Altos mandos militares y algunos protagonistas revelan cómo nació y se ejecutó el exitoso golpe a las Farc que trajo a cuatro uniformados de regreso a casa. "A medida que me narraban cómo se iba a hacer el trabajo, me lo imaginaba y me parecía imposible, pero ellos estaban tan convencidos que les di vía libre", cuenta el general Óscar González, comandante del Ejército, al referirse a la acción militar que acabó con 12 años de secuestro del general Mendieta, los coroneles Murillo y Donato y el sargento Delgado.
La primera semana de febrero, tres de los más 'curtidos' coroneles de Inteligencia llegaron hasta la oficina del oficial, después de haber analizado por meses la información que tenían.
Uno de ellos había participado en la elaboración de 'Jaque' y se había gastado noches enteras viendo el mapa de Colombia, y recorriendo con su dedo la zona donde sabía que estaban los secuestrados en el Guaviare. Sin embargo, era como buscar una aguja en un pajar.
La clave de todo el trabajo partía del material que se había procesado desde el 2007, con la fuga del intendente de la Policía Jhon Frank Pinchao, luego las liberaciones unilaterales de las Farc y por último, el rescate de los 15 secuestrados en 'Jaque'.
A esto se sumaba el trabajo técnico. Un hombre estuvo sin descanso escaneando y descifrando comunicaciones de la guerrilla. Era claro, las Farc mantenían a los retenidos en la misma zona: una triangulación entre el corregimiento La Paz, la cabecera municipal de Calamar y el río Inírida, en el Guaviare.
"Sin embargo eran más de 100 extensos kilómetros de selva tupida, impenetrables en muchos tramos, y con anacondas, tigrillos, serpientes, arañas venenosas y cuanto bicho raro quepa en la cabeza", asegura uno de los hombres de la operación.
La fase final
Lo cierto es que una vez hubo luz verde de hacer el trabajo de Inteligencia, cinco oficiales se dedicaron a hacer seguimientos, interceptaciones y maniobras cinematográficas que el alto mando insiste en tener en reserva.
La segunda semana de marzo, el general González habló con el comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla De León y, con un plan más avanzado, le pidió el aval para pasar a otra fase. Era el momento de mover gente a la zona y hacer un primer barrido. Esa parte fue bautizada por los hombres de Inteligencia como 'Maestría'.
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