jueves, septiembre 23, 2010

Objetivos distantes

La Cumbre del Milenio solo ha ofrecido grandes palabras y compromisos inciertos. La reunión especial convocada por Naciones Unidas para evaluar y acelerar el cumplimiento de los Objetivos del Milenio adoptados hace una década concluyó con grandes palabras y compromisos inciertos. Es decir, en el mismo punto en el que estaba. Solo que con una conciencia más clara de que será difícil alcanzar en 2015 las metas más fácilmente cuantificables, como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la universalización de la educación, la lucha contra el sida o la reducción de la mortalidad infantil. Tampoco existen mejores expectativas para las más genéricas, como fomentar una asociación mundial o la sostenibilidad medioambiental.

Durante los dos días que ha durado el encuentro, la mayor parte de los líderes mundiales y de los responsables de las instituciones internacionales han insistido en el impacto negativo de la crisis sobre los fondos para la ayuda al desarrollo. Es un dato cierto, pero coloca en segundo plano otros tal vez más decisivos para la situación de los países pobres. En concreto, las negociaciones para revisar las reglas del comercio internacional que penalizan los productos en los que son competitivos.

Entre las iniciativas más espectaculares se encuentra la propuesta de imponer una tasa sobre las transacciones financieras internacionales, apoyada por Zapatero y Sarkozy. Semejantes golpes de efecto no contribuyen a reforzar el sistema de Naciones Unidas, al confundirlo con una plataforma para el mero anuncio de medidas arbitristas, ni consolidan la posición internacional de España. La regulación de los flujos financieros internacionales es una prioridad de las grandes economías mundiales, tras la devastadora crisis de 2007. Es en ese ámbito, y en el marco de los foros apropiados, donde España

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