Puede que los empleados de la arepera socialista de Parque Central no advirtieran su presencia, pero el 8 de enero de 2010 oficiales de la Embajada de Estados Unidos en Caracas hicieron la fila dentro del local como cualquier otro cliente. Ocurrió dos semanas después de la inauguración del establecimiento, un acto al que el presidente Hugo Chávez le agregó su toque cuando cantó música llanera y anunció que la arepa estrella sería la de sardinas con revoltillo, combinación poco ortodoxa para los acostumbrados a las “pelúas” y a las “sifrinas” o a las “reinas pepiadas”, nombre respetado en los mostradores revolucionarios a pesar de su connotación monárquica.
El resultado de la visita de los funcionarios estadounidenses fue registrado en un documento titulado con malicia: “Haciendo al socialismo más fácil de tragar”. Los oficiales dejaron constancia de su sorpresa por la velocidad con la que se atendía “la larga hilera de personas que esperaban para entrar al establecimiento”. Conversaron con un comprador contento por el precio y la calidad, y repararon en la presencia de los voluntarios del Ministerio de Comercio que laboraban ese día. El reporte fue clasificado como “confidencial”, aunque un lector podría ubicarlo como un híbrido entre la crónica de ciudad y el análisis político. El texto es el reflejo del trabajo de la Cancillería estadounidense por descifrar el pulso del proceso político nacional –nada fácil de seguir para propios y extraños– incluso a través de la radiografía de una relación ideológica-gastronómica: la de un restaurante de “Venezuelan-style corn meal tortillas” (arepas) con el socialismo de Chávez.
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