La aviación mundial está obligada a impulsar cambios radicales para adaptarse al crecimiento exponencial del tráfico en las próximas décadas. La flota global de aeronaves comerciales pasará de 19.000 unidades en 2010 a más de 36.000 en 2030, según las previsiones de Boeing.
Este nuevo escenario está imponiendo transformaciones en todas las facetas de la aviación, tanto en la concepción de los aeropuertos, como en la gestión global del tráfico (que será más eficiente) y el diseño de los aviones.
Unas mutaciones que ya están en marcha y que tienen, además, otro denominador común: la imperiosa necesidad de reducir el consumo energético y las emisiones de CO2, para amortiguar las consecuencias negativas de multiplicar aviones y vuelos a medio plazo.
Ante este panorama, los equipos de I+D de universidades y compañías aeronáuticas estudian distintos conceptos que se podrían aplicar a los aviones del futuro para impulsar mejoras radicales. Los aparatos que materialicen estos cambios están lejos de llegar al mercado, pero algunas de las tendencias que marcarán las próximas décadas ya están planteadas:
1. Aerodinámica: en busca de formas revolucionarias:
El viajero del año 2050 podrá volar, quizá, en aviones que romperán totalmente con la estética de los actuales. Los últimos desarrollos de Boeing y Airbus (como el 787 Dreamliner y el A350) han sido novedosos en el uso de materiales, con estructuras de fibra de carbono, pero según numerosos expertos, han alcanzado el tope en mejoras de productividad. A partir de ahora, es necesario inventar modelos que permitan mejoras radicales.
Ya hay ejemplos encima de la mesa. En diciembre del pasado año, la NASA desafió a Boeing a que diseñara una aeronave que estuviera dos generaciones por delante de lo que hay en el mercado (N+2). Además de la mayor eficiencia energética, debía recortar el volumen de decibelios de su vuelo. El grupo con sede en Chicago puso sobre la mesa un avión de formas rompedoras, que vuelve a las raíces de las alas volantes que ya funcionaron en el mundo militar, pero aplicado a la aviación civil. Su diseño avanzado le permitiría alcanzar el 85% de la velocidad del sonido y quemar un 50% menos de combustible. Al margen de los cambios aerodinámicos, los nuevos diseños irán acompañados de innovadores motores, como los denominados ‘open rotor’ (un concepto ideado en la década de los ochenta en el que están trabajando actualmente grupos como General Electric y Rolls-Royce).
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