Hambre. Hambruna. La sola palabra, en sus varias transformaciones, suena a larga barbarie. El caballo del tercer jinete del apocalipsis, que aparece cuando, según el profeta San Juan, el Cordero abre el tercero de los sellos, es negro, cuando el de la misma muerte, que aparece justo después en el libro bíblico, es 'verdoso' o 'bayo', según traducciones.
En definitiva: más oscura, más negra, más larga que la propia muerte es el hambre. Esto lo corrobora, más allá de la metáfora, Jean Ziegler en su libro 'Destrucción masiva. Geopolítica del hambre' (Península), una especie de resumen, libro de instrucciones, y manifiesto sobre el particular tras su cargo de Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre los años 2001 y 2008. Explica Ziegler a este periódico: "La muerte por subalimentación de un niño en el Tercer Mundo es un asesinato. Y los mecanismos asesinos son varios.
El primero es la especulación en la bolsa sobre los alimentos. Sería muy fácil prohibir la especulación sobre los alimentos base como el maíz, el arroz o el trigo. Se tiende a hacer ver que la causa de estos males sobre tantos países subdesarrollados son las sequías. Pero eso no es cierto. El problema es que la carestía que el comercio mundial impone sobre los alimentos deja a muchos estados sin reservas de ningún tipo. Este libro quiere despertar las conciencias. No es un libro de ideología, sino de hechos. Hay una masacre cotidiana que se ve como una normalidad en Occidente".
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