martes, agosto 27, 2013

Obama da los últimos pasos hacia una intervención militar en Siria

Estados Unidos parece al borde de una intervención militar en Siria con el apoyo de sus principales aliados europeos, de Turquía y de algunos países árabes como castigo por el uso de armas químicas por parte del régimen de Bachar el Asad. Los responsables militares norteamericanos han elaborado una lista de posibles objetivos de un ataque que se concentraría en instalaciones del Ejército sirio, infraestructura utilizada para la guerra y los medios necesarios para el uso de gases venenosos.
Aunque oficialmente no se ha tomado aún una decisión y siguen existiendo dudas sobre la eficacia y el alcance del ataque, parece haber prevalecido la idea de que, pese a los riesgos que implica una acción militar, EE UU y el mundo no pueden permanecer pasivos ante el uso de armas químicas, especialmente en una región tan convulsa como Oriente Próximo.
La Casa Blanca se muestra convencida de que ese tipo de armamento fue utilizado en el ataque de la pasada semana contra reductos rebeldes en las afueras de Damasco, en el que murieron al menos un millar de personas, entre ellas muchos niños, y no concede gran relevancia a la misión de los inspectores de la ONU que ayer investigaron sobre el terreno.
El secretario de Estado, John Kerry, en la más clara indicación hasta la fecha de las intenciones de su Gobierno, ha manifestado este lunes que ese ataque fue “una obscenidad moral” que “debe de sacudir la conciencia del mundo”, y advirtió que el presidente Barack Obama está decidido a que el régimen de Asad, a quien Washington considera culpable, “responda por esa atrocidad”. Kerry ha afirmado que “todas las pruebas indican que se usaron armas químicas la semana pasada”, ha recordado que el Gobierno sirio es el único que tiene en su poder ese armamento y ha asegurado que, desde se produjo el ataque, sus autores han tratado de ocultar las pruebas, entre otras formas, volviendo a bombardear el lugar atacado previamente.
A partir de ese ataque, Obama, que se declaró personalmente concernido, ha tratado de construir una coalición internacional lo suficientemente amplia como para dar legitimidad a una acción que no contaría con el respaldo de Naciones Unidas. Un día después de ese bombardeo, Rusia volvió a impedir en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde tiene derecho de veto, una respuesta concertada de ese organismo.
La ausencia de luz verde de la ONU no ha disuadido a Washington y sus aliados de la voluntad de actuar. Este lunes, el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabius, ha declarado que, aunque la falta de respaldo del Consejo de Seguridad representa un problema, “en determinadas circunstancias puede evitarse” la autoridad de esa institución.
El grado de violencia empleado por el régimen de Asad contra sus enemigos ha despejado cualquier reserva que pudiera justificarse por la ley internacional. El secretario de Foreign Office británico, William Hague, ha afirmado también este lunes, contundentemente, que “nosotros, Estados Unidos y muchos otros países, incluido Francia, tenemos claro que no se puede permitir en el siglo XXI que se usen armas químicas impunemente”.
Obama, cuya Administración está en contacto permanente con varios Gobiernos para preparar la intervención, habló el domingo por teléfono con el presidente francés, Francois Hollande, con el objetivo de confirmar la resolución de ese país para pasar a la acción. Al respecto, Fabius ratificó que “lo único que se puede descartar en este momento en la posibilidad de no hacer nada”.
Ante la experiencia de la guerra de Irak y otras aventuras militares norteamericanas en Oriente Próximo, Obama ha intentado desde el principio, no solo el apoyo firme e incondicional de Europa, sino de otros países de la región. El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu, aseguró el lunes que su Gobierno apoyará una coalición internacional contra Siria, aunque no cuente con el visto bueno de la ONU, y mencionó que “otros 36 o 37 países están discutiendo actualmente esa posibilidad”.
Un fuerte respaldo internacional es imprescindible para una operación que, aunque se pretende que sea limitada, conlleva enormes riesgos. La opción más probable actualmente es la del lanzamiento de misiles de crucero desde los barcos norteamericanos contra instalaciones militares y centros de decisión del régimen. Pero no se descarta que, para hacer más eficaz ese trabajo, fuese necesario el uso también de aviones de combate, lo que, a su vez, obligaría a atacar radares y sistemas de misiles antiaéreos sirios.
No está clara la capacidad siria de responder a esos ataques. En el pasado, Israel ha bombardeado varias veces desde el aire territorio sirio sin haber sufrido nunca bajas. Pero eso no es una garantía de que, ante una acción de mayor envergadura, y en condiciones desesperadas, el régimen no respondiera ahora de forma más agresiva, con el peligro de una escalada difícil de controlar.
Como cualquier acción bélica, este ataque contra uno de los países más importante del mundo árabe abriría numerosas incertidumbres militares y políticas. Pero Obama parece preferir ese riesgo a la opción de armar decisivamente a los rebeldes, lo que no enviaría a Asad un mensaje tan rotundo sobre la firmeza de la comunidad internacional y, al mismo tiempo, daría a la oposición siria un poder que no se le quiere otorgar.

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