La última vez que un demócrata le arrebató la Casa Blanca a un republicano se apoyó, en gran parte, en el eslogan: "¡Es la economía, estúpido!". Unos 16 años después de ese primer triunfo de Bill Clinton, la sensación dominante parece ser la misma en la carrera entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain. Las acciones en Wall Street se hundieron estrepitosamente la semana pasada, el desempleo sigue aumentando, el petróleo continúa batiendo récords y el sector inmobiliario enfrenta un declive cada vez más pronunciado. Como consecuencia, la economía ha pasado a encabezar la lista de temas que preocupan a los votantes estadounidenses de cara a las elecciones de noviembre y la cuestión de la guerra en Irak ha quedado relegada a un lejano segundo plano.
Ambos candidatos volvieron sobre el tema de la economía en los últimos días, al referirse a la reforma inmigratoria, algo que preocupa tanto a los votantes de la clase trabajadora, inquietos ante la perspectiva de ser reemplazados por mano de obra más barata, como a la comunidad hispana.
En momentos en que la campaña entre ambos entra en su cuarta semana, Obama ha empuñado el tema de la recesión económica para martillar que su oponente McCain no hará otra cosa que continuar con las políticas de George W. Bush, cuya gestión al frente de la Casa Blanca es sobradamente impopular.
En tanto, McCain ha sacado a relucir su autoridad en temas de seguridad y política exterior, sin dejar de enfatizar la inexperiencia en cuestiones de política nacional de Obama, quien sólo ha sido senador durante un período.
McCain, héroe de la guerra de Vietnam y cuatro veces senador por el estado de Arizona, afirma que Estados Unidos está ganando la guerra en Irak, que ya lleva cinco años, y acusa a Obama de ser irresponsable por proponer el retiro total de tropas durante los primeros 16 meses de su eventual presidencia.
En 1992, Bill Clinton desplazó de la Casa Blanca al padre de George W. Bush durante un período económico difícil y a pesar de la enorme popularidad que había disfrutado el entonces mandatario tras la Guerra del Golfo, un año antes, cuando una coalición encabezada por Estados Unidos expulsó de Kuwait a las fuerzas invasoras de Saddam Hussein.
La victoria de Bill Clinton demostró en ese momento, como parece suceder también ahora, la preponderancia de las cuestiones internas (fundamentalmente el bolsillo) sobre los asuntos internacionales en la agenda de preocupaciones de los votantes. Según las encuestas, una vez más el interés de los ciudadanos ha privilegiado la economía en desmedro de las relaciones exteriores, en particular la guerra en Irak.
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Ambos candidatos volvieron sobre el tema de la economía en los últimos días, al referirse a la reforma inmigratoria, algo que preocupa tanto a los votantes de la clase trabajadora, inquietos ante la perspectiva de ser reemplazados por mano de obra más barata, como a la comunidad hispana.
En momentos en que la campaña entre ambos entra en su cuarta semana, Obama ha empuñado el tema de la recesión económica para martillar que su oponente McCain no hará otra cosa que continuar con las políticas de George W. Bush, cuya gestión al frente de la Casa Blanca es sobradamente impopular.
En tanto, McCain ha sacado a relucir su autoridad en temas de seguridad y política exterior, sin dejar de enfatizar la inexperiencia en cuestiones de política nacional de Obama, quien sólo ha sido senador durante un período.
McCain, héroe de la guerra de Vietnam y cuatro veces senador por el estado de Arizona, afirma que Estados Unidos está ganando la guerra en Irak, que ya lleva cinco años, y acusa a Obama de ser irresponsable por proponer el retiro total de tropas durante los primeros 16 meses de su eventual presidencia.
En 1992, Bill Clinton desplazó de la Casa Blanca al padre de George W. Bush durante un período económico difícil y a pesar de la enorme popularidad que había disfrutado el entonces mandatario tras la Guerra del Golfo, un año antes, cuando una coalición encabezada por Estados Unidos expulsó de Kuwait a las fuerzas invasoras de Saddam Hussein.
La victoria de Bill Clinton demostró en ese momento, como parece suceder también ahora, la preponderancia de las cuestiones internas (fundamentalmente el bolsillo) sobre los asuntos internacionales en la agenda de preocupaciones de los votantes. Según las encuestas, una vez más el interés de los ciudadanos ha privilegiado la economía en desmedro de las relaciones exteriores, en particular la guerra en Irak.
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